Madrid se ha llenado un segundo martes de una marea verde, luchando por una enseñanza pública digna, de calidad y a salvo de los recortes presupuestarios que han salpicado las comunidades autónomas gobernadas por partidos conservadores. Familias, asociaciones y ciudadanos comprometidos en general se han manifestado para evitar lo que parece inevitable: que los recortes reduzcan el valor, el alcance y la calidad que uno de los servicios públicos más importantes se merece.
Desde otro punto de la geografía española, pero por causas parecidas, nos llega la escalofriante noticia de que la lista de espera para quirófano en la Generalitat de Catalunya ha aumentado un 23 o 24%. En otras palabras: casi 70.000 personas están esperando a ser operadas por un recorte presupuestario del 10% del govern de Artur Mas (CiU). De nada han servido las huelgas, las advertencias de asociaciones o sindicatos o el sentido común: se ha atentado contra la sanidad pública catalana, reduciendo su calidad y su alcance.
La Consejería de Educación de Madrid tiene suerte: las consecuencias negativas de sus recortes no se ven a tan corto plazo, pero podemos imaginarnos un resultado similar para todo tipo de recortes en servicios públicos imprescindibles. La lógica económica es muy simple: si reducimos los recursos pero no mejoramos la eficiencia del sistema, obviamente los costes se reducirán, pero a largo plazo será peor, no sólo económica sino socialmente. A lo mejor a corto plazo viene bien para las arcas públicas, pero para los ciudadanos será perjudicial, siempre que no se mejore la estructura productiva hacia una mayor eficiencia económica (que no eficacia), mejora que no se ha llevado a cabo en ningún caso.
Entramos, pues, en un círculo vicioso: los economistas y políticos neoliberales que buscan privatizar o americanizar nuestros sistemas de servicios público no tienen más que aludir a sus innegables ineficiencias. Con esta excusa se llevarán a cabo recortes, que no harán sino perpetuar un sistema estructuralmente ineficiente, poco productivo y criticable. ¿Por qué matar tan rápidamente el sistema, teniendo solución? ¿Por qué, políticos conservadores, utilizar como excusa un problema estructural que no dejáis de alimentar?